Moquillo en perros: ¿cuáles son sus síntomas?
El moquillo en perros es una de las enfermedades más habituales dentro de la población canina y, en términos generales, en perros, su mortalidad es solo superada por el virus de la rabia. Si se logra diagnosticar a tiempo, hay tratamientos que permiten su cura.
Sin embargo, para eso primero hay que sospechar de su presencia y luego acudir veterinario, para un diagnóstico certero y determinar el tratamiento a seguir. A continuación, conoce todos los detalles sobre el moquillo canino, etapas y cómo puedes reconocerlo, algo de suma importancia para cuidar correctamente de tu perro.
¿Qué es el moquillo canino?
Probablemente, el término “moquillo” no te sea muy familiar, ya que se le conoce mayormente como distemper y enfermedad de Carré.
Es un virus grave y similar a lo que en el caso humano es el sarampión. Es muy contagiosa y tiene altos índices de mortalidad, en especial cuando no hay vacunas previas. Sus consecuencias se manifiestan en el aparato digestivo, respiratorio, e incluso en el sistema nervioso.
Afecta a la población canina de cualquier edad y de todas las razas. Aunque los cachorros, especialmente los que viven en ciudades, suelen ser más susceptibles a ella.
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Mecanismos de transmisión
Tan importante como conocer los síntomas de la enfermedad es saber cómo se transmite. Principalmente, esto se da a través de partículas virales en suspensión, por lo que fácilmente un perro podría contagiarse sin siquiera estar en contacto directo con otro can.
De igual forma, la transmisión puede darse a través de secreciones como gotas de saliva, orina y deposiciones.
Síntomas de moquillo en perros y sus etapas
Para saber si tu amigo peludo está o no contagiado de esta enfermedad, es necesario estar atentos a una serie de síntomas de moquillo en perros. Si reconoces algunos de ellos, lo más importante es que acudas lo antes posible a un veterinario que pueda determinarlo con certeza y, así, comenzar con el debido tratamiento.
Moquillo canino: etapas
Primera semana
El virus demora en incubarse y manifestarse, por lo que en durante este lapso no vas a poder identificar grandes síntomas observables.
Segunda semana
Puede ser que el perro aún no presente signos de la enfermedad. Pero, de haberlos, suelen manifestarse especialmente en cachorros o canes más jóvenes, con una combinación de síntomas digestivos y respiratorios, como diarrea muy líquida y algo de vómito, falta de apetito, en conjunto con estornudos y tos.
También puede presentarse enrojecimiento de las amígdalas, fiebre alta, secreción ocular y decaimiento.
Tercera semana
Puede ser que aquí recién aparezcan los síntomas previamente descritos o, de ser evidentes, los que son digestivos bajen su intensidad. Sin embargo, podrás observar mayor deshidratación y pérdida de peso corporal en tu mascota.
Los signos respiratorios se agravan, con mayor congestión nasal acuosa o con pus. Claros efectos en la piel, como dermatitis evidenciada en el endurecimiento de las almohadillas de sus patas, o secreción en sus ojos. Tos con flemas o secreción, además de un silbido en sus pulmones, o respiración acelerada.
Cuarta semana
Probablemente, los síntomas respiratorios y digestivos ya no se manifiesten en este punto. Sin embargo, es aquí donde la enfermedad comienza a afectar al cerebro.
Puesto que la respuesta inmunitaria tardía de los sistemas respiratorio y digestivo pueden afectar al sistema nervioso central. Podrás observar movimientos musculares rápidos e involuntarios y una falta de coordinación de sus movimientos y pérdida parcial del olfato.
También en esta etapa pueden presentarse convulsiones de distinto tipo y debilidad muscular en las extremidades. El pronóstico en esta semana suele ser negativo. Se presenta encefalitis inflamatoria, es decir, inflamación de los tejidos cerebrales, lo que provoca la muerte del animal.
Tratamiento para el moquillo canino
Para combatir la enfermedad, lo principal es un diagnóstico temprano y un tratamiento que consta, principalmente, de antibióticos y manteniendo una correcta hidratación.
También pueden ser necesarios los anticonvulsivos, analgésicos, antipiréticos o medicamentos que se deben administrar por vía intravenosa. Además, se utilizan inmunoestimuladores para reforzar las defensas del animal.
Es por esto que la vacunación y su refuerzo anual es la medida preventiva que es más efectiva para evitar que tu perro sufra las consecuencias de esta grave enfermedad.
La importancia de la vacuna para el moquillo
Es fundamental precisar que el moquillo tiene una vacuna altamente efectiva, la cual permite combatir los síntomas y evitar consecuencias fatales.
Para ello, la recomendación es inocular a los cachorros para prevenir su contagio y mortalidad. Incluso se recomienda que, antes de hacerlo, evites sacar a tu mascota al exterior, pues si un cachorro de semanas llega a contagiarse -y además no ha recibido la inmunidad pasiva de su madre- puede fallecer a las dos semanas de contraer la enfermedad.
Al respecto, es necesario considerar:
- Esta afección puede darse de forma asintomática en perros que ya estén vacunados, no manifestando ellos los síntomas del moquillo, pero sí siendo vectores de contagio. Por eso, pueden ser una fuente de transmisión que pueda parecer “inexplicable” para mascotas que no están vacunadas.
- Así, un cachorro no inoculado puede contagiarse gracias a un perro que sí lo esté, pero que transmita el virus. Esta situación puede darse jugando y socializando con otros canes sin síntomas. He ahí la importancia de la vacuna.
- Los perros más jóvenes pueden sobrevivir a la enfermedad, pero pueden quedar con secuelas neurológicas.
- La vacuna debe tener una dosis de refuerzo anual para evitar y sobrellevar de mejor manera la afección.
Si sospechas que tu perro tiene moquillo, lo más importante es actuar rápido. Por eso, la principal recomendación es que lo lleves a un servicio veterinario confiable, para así confirmar el diagnóstico y comenzar el tratamiento lo antes posible.